Salsa

Mi afición por este género surgió en la UCV. Una vez fui a comprar películas a la salida del metro, pero de puro antojo decidí comprar discos de mp3 también. Compré un par de jazz latino porque tenía (quizás todavía tengo) el mojón mental de que el jazz es para la gente inteligente. Y el subgénero latino porque quería ser intelectual y sabrosón al mismo tiempo. Uno busca lo que no tiene.
En un puesto sonaba con potente furia el trombón del gran Willie, y me gustó bastante. Me acerqué y procedí a ojear infinitas carátulas de discos salseros con al menos un centenar de canciones cada uno. Finalmente me decanté por uno de Héctor, bàsicamente porque el tipo de la foto se estaba riendo con cara de ser el tipo más chévere y pana del mundo.
El disco tenía aproximadamente 150 canciones, muchas de ellas atribuidas falsamente al jibarito de Ponce. Había canciones homenaje a su figura, otras repetidas, y algunas que sencillamente no tenían nada que ver con él. Sin embargo, el grueso del disco sí era de su autoría, y creo que no pude tener mejor manera de acercarme a este tipo de música. El tipo irradiaba panitud, se conectaba con el público de forma impresionante y seguramente estaba hasta el ojo siempre. ¿Qué tan showman se puede ser?
El siguiente paso que dí, siguiendo mi clara tradición de wannabe, fue comprarme en mi cumpleaños el Libro de la Salsa, del calvito excelente César Miguel Rondón. Fue mi primer popular libro piedra que nunca terminé. Me aburrió sobremanera no sé por qué. Pero dicho libro traía un disco excelente con sendos temas de Celia Cruz, Larry Harlow, La India, El Conde, entre otros. Cabe destacar que Catalina la O fue el tema de fondo para el mayor ridículo que he hecho en mi vida relacionado con una mujer. Todo borracho e intoxicado, montado en el carro de la susodicha, le ofrecí coñazo a su novio. Estaba todo alebrestado porque tenía como un mes practicando kick boxing, y cuando uno está todo arrebatado oyendo al Conde no cree en nadie. Nunca había estado tan pendiente de pelear como aquella vez con áquel infeliz cuerpo de yuca. Por suerte no se dio, y se evitó un ridículo aún más grande.
Mi siguiente objetivo era aprender a bailar. Y aquí entran en juego los estereotipos. Los estereotipos son graciosos porque (en la mayoría de casos) son verdad. Por ejemplo yo siendo un chino, no sé manejar. Me metí en academia de manejo 2 veces, y cuando quise sacar la licencia, choqué. Choqué en un circuito de sacar la licencia. Para no darle vueltas a este fracaso, simplemente se lo achaqué al estereotipo de que los chinos manejan muy mal. Hice el viejo truco de pagarle a un gestor para obtener mi licencia y ya está. ¿Qué para que quiero la licencia si no se manejar? ¿Qué por qué sigo jugando dota si soy tan mocho? ¿Qué por qué me calo todos los juegos del Inter si son más malos que yo en Dota? Gran parte del tiempo simplemente no sé por qué hago las cosas
Lo de los estereotipos viene a colación por si acaso recuerdan al chino latino de Chataing. Era un payaso oriental que se prestaba para ser el hazmereir precisamente por su interés en ser tropical viniendo de la tierra del sol naciente. Su objetivo era dar risa, o lástima, o dar risa precisamente porque daba lástima. Yo obviamente no quería ser así en la pista de baile, pero mis habilidades rítmicas natas ciertamente dejaban mucho que desear. Entonces vino en bendito 1,2,3, (tiempo mudo), 5,6,7 (mudo de nuevo), de los tutoriales de youtube. La plataforma de videos es una maravilla, pero no hace milagro. La cadencia y el guaguancó no se obtienen viendo videítos.
Entonces me metí en clases de Salsa Casino en la Universidad y lo único que pasó fue que el profesor me bailó esos reales. Por suerte no fueron muchos, pero como a la cuarta clase, cuando más emocionado yo estaba porque por fin el conteo ridículo de youtube tenía un poco de sentido en la vida real, el buen hombre sencillamente desapareció y el grupo se disolvió.

Igual mis compañeras de clase, sobretodo Valentina porque es una bella, me dijeron que en ese poquito tiempo efectivamente habia mejorado algodón. Por lo menos ya no la pisaba en aquellas noches memorables de Poco Loko y Birosca.

Y finalmente, heme aquí, en tierras incaicas, lugar de mis raíces pero no de mi gente. En un proceso muy gradual e imperceptible, mis mediocres habilidades sociales se atrofiaron hasta niveles inauditos, al punto que mis únicos eventos con  contemporáneos  son con mis primos. En gran parte esto ha sido debido a mis vicios que fomentan una vida ermitaña, y sarna con gusto no pica. Pero panas siempre hacen falta. Y contacto femenino, también, sin duda.

Es por esto que decidí volver a meterme en clases de salsa, a pocas cuadras de mi casa. Ahora no es salsa casino, sino salsa en parejas. Tenía años sin bailar. Me pusieron en el grupo básico con una chica con sandalias. Para romper el hielo intenté ser gracioso:

- Voy a hacer mi mejor esfuerzo por no pisarte
- ¿Qué?
- Que voy a intentar no pisarte
- ¿Por qué me vas a pisar?
- No, no, nada,  bórralo
- ¿Cómo que lo borre?

Empezamos mal.

La profesora era una enanita energética de mal humor. Empiezó con el bendito conteo irrelevante y pasos básicos. Me volví un culo con la vueltica nivel 1. Ponía especial cuidado en no pisar a mi pareja pero por vainas de la vida, estaba colapsando con la vueltica elemental. Era una miserable vueltica. No es que antes yo era un trompo ni nada, pero juro que si me batía sin dificultad uno que otro pasito, el 8, todas esas florituras que uno por ósmosis aprende bailando proyecto uno en primaria.

Con cada equivocación, aumentaban los nervios y mascullaba una disculpa. La amiga ahora sí se reía de mi mochedad. En un punto se cansó de mi mariquera y me increpó con vehemencia.

- YA NO TE DISCULPES A CADA RATO  Y HAZ LA VUELTA BIEN

Pero que pedazo de puta, pensé, pero sabía que no le faltaba razón. Ahí mismo hicimos cambio de pareja. De las 4 millones de mujeres que hay en Lima me tenía que tocar la más cara de culo. Me agarraba las manos con asco y se alucinaba Celia. La amiga ni siquiera me miraba a la cara, bailaba todo el rato viendo a su costado envidiando a otra pareja, anhelando un nuevo cambio.

Mientras tanto, la profesora también estaba arrecha yo no sé por qué, creo que porque los avanzados se estaban riendo y divirtiendo en vez de hacer las florituras coreografiadas que nunca se ven en una discoteca. Seguidamente (¡Finalmente!) puso música, y Manolito y su Trabuco entraron con fuerza anunciando las bodas de Belén. Esto me alegró sobremanera, no solo porque conocía el tema, sino porque con la clave se me haría más fácil el conteo. También confiaba en que mi memoria muscular, secundada por la clave, me ayudaría a dominar la espiral hedionda para principiantes, que tanto problema me estaba causando.

Con aires de Chayanne le extendí la mano a mi compañera. La caraja me miró con cara de capitán en educación física, cuando ya han agarrado a todos los alumnos y solo queda el gordito mierdoso que no corre, ni chuta, ni atrapa en kicking ball, a ese que mandan bien lejos al left field o que sencillamente se queda calentando banca. Acto seguido me bofeteó la mano con desprecio, como diciendo echa pa`llá.

Nooooo mija. Eso no es así tampoco.

He conocido mujeres que van por la vida creyendo que como son bonitas y están buenas pueden hacer lo que quieran y se van a salir siempre con la suya. Y siendo honestos, muchas veces es así. Pero mi amiga la vicuña Cruz no estaba buena ni era bonita ni bailaba y no sé qué coño se creía. Ni siquiera había tenido tiempo de conocerme bien para maltripearme tanto.

La agarré y me le pegué con fuerza para que me deteste con propiedad. La amiga, por supuesto, colapsó, porque aquí en Perú la salsa se baila a 2 metros de la pareja. Me expulsó con fuerza, pero yo di una vueltica nivel 2 como en los viejos tiempos y me volví a pegar. La profesora marcó el conteo y anunció los movimientos irrelevantes básicos, y yo la choqué y la pisé, todo con saña y mala intencón y mi mejor cara de guebón adornada con la sonrisa sádica de Soujiro Seta.

El final de la canción marcó también el término de la clase y de mis ganas de volver a esa academia.  De vuelta a escuchar Héctor desde el confort de mi PC y bailar solo en la ducha.

Esto es lo que hay.


Comentarios

  1. "La vicuña Cruz" como me pude reír. Like

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  2. Fabuloso, Juan Luis! Me imaginé el aire a Chayanne y la pisada y estrujada y casi me orino de risa. Cuidado con bailar en la ducha y os resbalones tipo brak dance. Un abrazo

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