FLAMINGO 7049 - Parte 1
Caracas-Mérida no es un trayecto sencillo. Quizás para los que viajan en avión, pero para el resto de lo mortales en definitiva no lo es. En promedio son 14 horas de carretera con un aire acondicionado realmente maldito. Mucha gente asegura que no puede dormir en todo el viaje pero yo no les creo, seguro concilian el sueño por lo menos un par de horas y luego no lo admiten, tal vez para parecer más mártires a su llegada. Son viajes fastidiosos, ladilla, pero el último que hice realmente se depravó.
A las 9 pm estaba embarcando en el bus con un ligero malestar, pero nada del otro mundo. Tenía encima mi respectivo litro y medio de agua, un cocosete y el imprescindible condorito (soy un tipo preparado). Siempre imagino que a mi lado se va a sentar una tipa que esté super mega buena, que de paso me va encontrar irresistible y no va a dudar en abalanzarse a mordiscos sobre mi cuello. Por ahora no ha pasado, pero sé que algún día pasará, ya verán. El puesto aledaño resultó vacío y en él reposaron mis dos bultos. Del otro lado del pasillo se encuentra un emo catire que me mira insistentemente porque probablemente me confundió con uno de los suyos, por mi corte de pelo, pero entonces lo miro feo (según todo el mundo miro muy feo) y deja la mariquera.
Apenas el busesote se pone en marcha, se enciende el dvd. Yo estaba contento porque tenía la pantalla cerca e iba a poder disfrutar la peli plenamente. El film se llamaba Fireproof y era tan malo que no exagero si les digo que empeoró mi malestar. Ahora estaba congestionado, me dolía más la cabeza y el estómago estaba jodiendo (el cocosete sabía raro pero igual me lo comí). Tengo una manía que no permite dejar de ver una película por más mala que sea, así que me la calé completica. Hacia la tercera hora del viaje se estaba agotando mi poderosa botella hidratante y tenía unas ganas considerables de mear, pero otra manía que tengo es no utilizar el baño del bus, pues es para mariquitos que no aguantan hasta la parada. Un bebé que está atrás se pone a llorar con toda su alma y el bus se detiene casi al instante, como si el chofer lo hubiera escuchado. El emo y otros pasajeros chismosos abren las cortinas y rumorean preguntándose por qué nos detuvimos, con la esperanza de que alguno de ellos fuera brujo, adivino o babalao y supiera la respuesta. Yo me quedó quieto, juego a sobrevolar Texas en el celular y bebo más agua porque sé que lo único que puedo hacer es esperar. Coño ahora me accidenté, lo que me faltaba.
De verdad no tenía idea de lo que se me avecinaba.
PARTE 2
A las 9 pm estaba embarcando en el bus con un ligero malestar, pero nada del otro mundo. Tenía encima mi respectivo litro y medio de agua, un cocosete y el imprescindible condorito (soy un tipo preparado). Siempre imagino que a mi lado se va a sentar una tipa que esté super mega buena, que de paso me va encontrar irresistible y no va a dudar en abalanzarse a mordiscos sobre mi cuello. Por ahora no ha pasado, pero sé que algún día pasará, ya verán. El puesto aledaño resultó vacío y en él reposaron mis dos bultos. Del otro lado del pasillo se encuentra un emo catire que me mira insistentemente porque probablemente me confundió con uno de los suyos, por mi corte de pelo, pero entonces lo miro feo (según todo el mundo miro muy feo) y deja la mariquera.
Apenas el busesote se pone en marcha, se enciende el dvd. Yo estaba contento porque tenía la pantalla cerca e iba a poder disfrutar la peli plenamente. El film se llamaba Fireproof y era tan malo que no exagero si les digo que empeoró mi malestar. Ahora estaba congestionado, me dolía más la cabeza y el estómago estaba jodiendo (el cocosete sabía raro pero igual me lo comí). Tengo una manía que no permite dejar de ver una película por más mala que sea, así que me la calé completica. Hacia la tercera hora del viaje se estaba agotando mi poderosa botella hidratante y tenía unas ganas considerables de mear, pero otra manía que tengo es no utilizar el baño del bus, pues es para mariquitos que no aguantan hasta la parada. Un bebé que está atrás se pone a llorar con toda su alma y el bus se detiene casi al instante, como si el chofer lo hubiera escuchado. El emo y otros pasajeros chismosos abren las cortinas y rumorean preguntándose por qué nos detuvimos, con la esperanza de que alguno de ellos fuera brujo, adivino o babalao y supiera la respuesta. Yo me quedó quieto, juego a sobrevolar Texas en el celular y bebo más agua porque sé que lo único que puedo hacer es esperar. Coño ahora me accidenté, lo que me faltaba.
De verdad no tenía idea de lo que se me avecinaba.
PARTE 2
Lovely, Tortuga.
ResponderEliminarSigue escribiendo así n_n