Hallowen. -Parte 3

El bar de Moe es un sitio bien chévere que siempre está vacío. Nunca he entendido como no quiebra, porque las pocas veces que he ido con los panas, somos los únicos clientes. Y no es que seamos como Homero, Lenny, Carl y Barney que dejan allí su sueldo, no, pedimos 1 o 2 bebidas cada uno y nos vamos a otro lado. Pero ya eran las 9 y pensé que si iba a "estudiar" fuera de la casa, el bar de Moe era el lugar más adecuado.

Antes de salir, agarro mis guías y me abrigo con un suéter naranja que todos mis amigos critican porque supuestamente es muy homo, pero a mi me gusta porque se parece al que utiliza Bourne en la primera parte de su trilogía. Casi sin darme cuenta me había puesto mis pantalones militares, así que sin querer queriendo me disfrazé de un arma secreta del gobierno norteamericano. Al salir de mi casa, era oficialmente Jason Bourne.

Llegando a la calle del viaducto casi me arrollan tres catiras extranjeras (noruegas, suecas, de por ahí) más altas que yo, disfrazadas con temas góticos. Iban por la misma ruta que yo tenía que tomar, así que las seguí de cerca:

-OMG he is so fucking hot!
-Yeah! i just wanna grab him and GRAWWWWWWWWWRRRRR.
-You are so whore!!!
-I know but isn't my fault!! he is better than Edward Cullen!
-Ask him if he wanna come bitch!!!

Justo cuando imaginé que me invitaban a una fiesta trimardita y gore en una catedral, con un poco de bichas locas y emo y tatuadas y góticas y todo asi finísimo (con orgías de sangre en el altar, por supuesto), el olor a hamburguesa callejera me sacó violentamente de mi ensoñación. Sigo detrás de ellas, intentando entender algo de lo que dicen pero me doy cuenta que mi nivel de inglés es en realidad peor de lo que creía. Justo cuando medio capté el tema de conversación, doblaron a la izquierda y yo debía seguir derecho.

Cuando llego a la gran parada de buses del centro, me doy cuenta que olvide completamente donde quedaba mi destino. Llamo a Alejandro: -Qué paso hijo, mira dónde es que queda el bar de Moe?? -Anteayer fuimos. -Sí, yo sé marico pero camino en piloto automático. -Verga, bueno eso queda por ahí en el centro. -Ajá pero donde. - Sabes la nota?. -No.- Sabes las heroínas. -Sí, sí ya me acordé, gracias.

No me acordaba, pero entre sus direcciones mochas y mi falta de habilidad espacial se estaba consumiendo el poco saldo que me quedaba. Subo en la siguiente calle y veo a dos ilustres ciclistas que todos los días se desvelan por mi seguridad. Caminé hacia ellos con la frente en alto y sonrisa de buen ciudadano, con el objetivo de preguntarles por el bar, pero no me dieron chance. El más moreno me interceptó y abordó mordazmente:

Tienes droga ahí chamo?
No.
Seguro?
Sí.
Pégate a la pared pues, pa ver si es cierto.

Me revisaron y al considerarme limpio se fueron, sin buenas noches, ni disculpe ni nada. Eso es para funcionarios educados y maricos, pensarían. A los pocos metros veo el restaurant La Nota al que hacía referencia Alejandro, mi memoria tuvo un flash glorioso y recordé el camino. Era ahí mismito, a media cuadra.

Cerrado.

Parte 4

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