Cristal. Parte 2

"Cristal suena a transformista" comentó Claudia (la única mujer del grupo), algo recelosa. "No vale, es bien chévere ya van a ver" la tranquilizó el cantante, cuyo nombre seguía siendo un misterio para mí.

Caminamos sin mayores contratiempos por el centro de la ciudad. Por la calle del viaducto, escuché una voz familiar, más gocha que un frailejón, hablando cansadamente con una gordita simpaticona. Al voltearme, descubro al perrocalentero jodedor (sí, el de Hallowen) y él también se percata de mi presencia.

-Qué fue chino???????? GUÁÁÁÁÁÁÁÁÁ (este grito oriental lo hacía mientras adoptaba la posición de patada de la grulla ascendente, cortesía de karate kid, esgrimiendo letalmente en su siniestra la salsa de tomate).

Me intenté hacer el loco con todas mis fuerzas, pero ya era inútil, el daño estaba hecho. Todos me envolvían en una risotada general y Lujana me recriminaba furioso: Ahora te jodiste!!! si ése loco te dice chino, yo también no joda. Intenté dialogar, convencerlo que por alguna extraña razón que ni yo mismo comprendo, no permito a algunos de mis amigos más cercanos llamarme así, mientras que a otros sí. Pero nada, en tal estado de ebriedad y con los panas jodiendo por los 4 costados, era sencillamente imposible. Felizmente, a pocos metros el maracucho tropezó con una acera y seguidamente comió piso. Fue su turno de ser jodido hasta llegar a Cristal.

En la entrada había un grupo nutrido de personas, entre las cuales resaltaba el portero. Un gordo mollejúo, con chemise rosada (con las arepas marcadas hasta prácticamente la mitad del costado),con bigotico de funcionario público, más maracucho que una mandoca. Me miró feo (supongo que por la pinta) y le devolví la mirada entre confiado y desafiante, ni que él fuera qué... NO JODÁÁÁÁ. El cantante se adelantó y lo saludó, explicando que éramos sus amigos y veníamos con él. El guardia asintió desganadamente y dejó pasar a todos tranquilamente, menos a mí.

-El bolso.

Lo abrí lentamente, con parsimonia, para que sea serio. Revisó todos los rincones e hizo charrasquear al dominó. Cuando terminó, sencillamente volteó a mirar a otro lado, ni dijo nada. Me quedé unos segundos esperando pero nada, el tipo mirando fijamente al frente, con el semblante serio y atento, con su bigote crispado y sus arepas gediondas que lo conferían de autoridad infinita en el portón del local. "Gracias"dije, "gordomalbañadocoñodetumadre"pensé.

Listo vale, ya estaba adentro.


Parte 3

Comentarios

Entradas populares