Navidad. -Parte 3

En plenas excusas maternales me llama Gonzalo.

-Aló.
- Qué pasó viejo Feliz Navidad.
- Igual marico, qué más?
- Nada aquí con los viejos y familia, pendiente de hacer algo luego?

Estaba cansado, pero era Navidad papa, la rumba, los culos, la movida, el guaguancó, la vaina, ustedes saben como ronca ese betadine, diría Cristobal.

- Si va pues, tú me dices.
- Dale, te llamo luego.

Termina la repartición de regalos, y por cosas del destino, Chito empieza a hablar de las dos Coreas y mi papá se durmió en pleno sofá, frente a él. Chito entonces me mira a mí y empieza a echar el cuento con pelos y señales y mi padre suelta tremendo ronquido que obligó a mi mamá a despertarlo. No pude evitar reírme porque en el último festival de cine, hice una analogía perfecta, solo que en medio de una ópera prima, con el director a dos butacas de distancia. Mi padre y yo no somos tan distintos, después de todo.

Ni bien llegamos a la casa, Gonzalo me dice que están abajo. Mami, voy a salir. A dónde?
No sé, yo te aviso. Bueno cuídate. Besito.

Yo vestía pantalones de pana, franela negra, suéter naranja de Jason Bourne, y olía a mujer. Dentro del carro estaban Gonzalo, Perita y Massimo, con sendas camisas de vestir y pantalones bonitos. Pera me acusa: Marico, me la forza que no estés tan culito como nosotros. Gonzalo: Sí marico, de pana, por qué eres tan mamarracho? Massimo: Maldito. Yo: Sí, que bolas tengo yo. A dónde vamos?

Fueron sin exagerar como 5 segundos de silencio, éramos un digno grupo de la generación Y descrita por Andrés López.

- No sé. No que había una rumba Gonzalo?
-Sí, pero se cayó. No sé, vamos a una arepera?
- Bueno.

Tanta pinta para una arepera, NO JODÁÁÁS, pensé yo.

Resulta que todas las areperas estaban cerradas y Pera se molestó: bueno marico no sé nada yo quiero beber, vamos a comprar curda. Compraron una botella en los Ruices. Y ahora?? A dónde vamos?? Marico mi familia está durmiendo, la mía también, y la mía. Llama a Emmanuel a ver si sabe de algo, pero antes que agarrara el celular, apareció una moto de la nada. Tres tipos en ella. No voy a emplear términos como tuky, malandro, mono, ni nada de eso porque me molesta mucho que la gente lo haga (casi todos mis amigos y conocidos lo hacen). Pero sí se veían amenazantes. El tercero iba en camiseta y con un torniquete en el brazo derecho, el del medio iba sin camisa y al conductor ni lo vi. La moto iba un poco adelantada, a nuestra izquierda y de un de repente, comenzó a tambalearse. Fueron como 3 segundos de silencio, instantes eternos en que las bolas alcanzaron el cogote de cuatro manganzones del este capitalino. El descamisado sacó el brazo y dio paso, y Gonzalo aceleró como nunca en su vida, llevándose por delante cuanto hueco encontrara. La cagazón fue tal que Gonzalo decidió que lo mejor era calabaza y listolín.

Una vez en mi cuarto, a eso de las 3 y 30 de la mañana, enciendo la Tv y me dispongo a disfrutar el especial de navidad de Hey Arnold!, pero viene el niño Jesús de rencoroso y me manda un ataque de tos bandera por no cantarle, y fue tan perverso en su penitencia que vomité toda la descomunal cena navideña.

Cuando despierto el 25, mami trabajaba en la computadora, al lado de mi cama.

- Ya hable con tu madrina y le explique papi, el lunes te busco tu colonia.
- Bueno mami.
- Esperate aquí, te tengo una sorpresa.

Me incorporé en la cama y la vi llegar con una cajita rectangular temiendo lo peor.

- "Sé que me lo dijiste para que no gaste, mi amor", dijo ella, mientras descubría bajo la luz del mediodía que atravesaba la ventana, un par de crocs piratas, morados, hechos en Valencia, baratos y comodísimos.

- Muchas gracias, mami.

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